lunes, 21 de enero de 2013

Como un salto en el vacío


Ella se siente perdida, como si pasara por una autopista en la que ya no le pidieran peaje después de haberle cobrado de más tantas veces. Piensa que ya no es tiempo de querer jugar con muñecos, cree que eso solo se hace a edades tempranas, que ahora es tiempo de tirar el azuelo y esperar a que algún ser tan incomprendido y aburrido de esperar, como ella, se decida a boquearle a la esperanza. Pero sabe que lo más parecido al amor que esa persona recibiría de ella seria un “Venga, házmelo rápido que tengo que ir al trabajo” dejándolo a medias mientras se baja la falda, coge el bolso y cierra la puerta bien fuerte.
Sostiene en una balanza las ganas a un lado y la derrota a otro, está decidiendo si soltarla y dejar caer todo el peso, porque esa lucha duele tanto… Nunca pudo ganar algo bueno.
Hay una diferencia muy grande entre lo que queremos hacer y lo que creemos que debemos hacer y a muchos de nosotros, al igual que a ella, nos da miedo caminar después de haber caído tantas veces porque levantarse con los años se va haciendo más difícil.
Ella no quiere practicar sexo tántrico para tener el orgasmo mas largo de su vida, ella solo quiere que su vida con él sea un eterno orgasmo pero, ya hace tiempo que perdió la escalera de colores que escondía entre la goma de sus bragas, sabe que eso sería mas difícil que entrar desnuda en el Congreso de los Diputados con una bandera republicana atada al cuello.
No le queda otra opción. Vivir de gemidos sordos, fumarse un cigarro a pachas con la almohada antes de dormir y despertarse con la única prisa, la misma con la que los urbanos recorren la ciudad, de conocerlo.

Hasta nunca

Quién se ausenta demasiado pronto deja de hacer falta, pero solo espero que , así, tu también dejes de hacerme falta.