Tus pecados capitales
No pretendo adentrar a nadie en la moral
cristiana pero…
Pecaste de lujuria, por querer poseerme a mí y andar entre otras
piernas, recorriendo otra espalda, embistiendo otro somier y desnudando otro
colchón
Pecaste de gula visitando hoteles, no recuerdo bien de cuantas
estrellas, seguro que pensiones de mala muerte, pero visitaste muchos. Hambre
de otra saliva que acababa dejándote indiferente a diferencia de la mía.
Lugares en los que no pudiste comprar amor, igual que no lograste alquilar mi
alegría.
Pecaste de avaricia que derivó en una deslealtad desconsiderada y
su consiguiente colección de floreros escondidos. Ataste mis manos y acabaste
con el estomago vacío, como tu.
Pecaste de pereza olvidando la razón por la que siempre te había
encantado calentar mi pasión. Podrás inflarte a follar pero tardaras en volver
a saber lo que es hacer el amor.
Pecaste de ira, y lo sigues haciendo. Has amado la venganza más
que a mi en mucho tiempo.
Creyendo que yo había pecado de lujuria alguna vez, pecaste de
envidia. Mataste otros abrazos, otros brazos…Provocaste mi propio homicidio
Y por tu adorable soberbia te has quedado solo contigo. Y pecando
yo también del pecado original te recuerdo que nos veremos en el purgatorio, no
sin antes decirte que aunque pidas perdón no obtendrás absolución.
No pretendo adentrar a nadie en la moral cristiana pero…
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